CUANDO AMAR NO ES IMPORTANTE

 



Cuando la gente pueda pensar que amar no es lo más importante es que, probablemente, nunca entendieron el significado del amor y, por tanto, no se amaron a sí misma. Entendieron el amor como una suerte de carga de obligaciones para con todo el mundo menos para consigo misma, aceptaron que amar era enajenarse a sí para pasar a ser dependiente de la aprobación de los demás, interiorizaron que el amor solamente era sufrimiento por los demás y no el goce, deleite y disfrute de cada parte de tu ser pero todo él de forma íntegra. 

Cuando alguien te dice que amar no es lo más importante en realidad puede que te esté diciendo ámame que yo no sé hacerlo pero, he aquí la cuestión, no se empeñan en mirar hacia sí misma y dejar de pertenecerle al corazón de las demás personas. Y ese grito sordo de decir ámame que yo no sé no podemos devolverlo entregando todo a cambio de nada, desplazando nuestra energía hacia la otra persona porque, entonces, esa relación se convierte en un dar sin reciprocidad que es todo lo contrario a cualquier ley de amor responsable, serio, coherente. Pero es que amar nadie dijo que fuera exactamente en los términos o patrones aprendidos sino, al contrario, en los que te hacen revolcar la vida, te cambian la visión de las cosas, los que te adentran en la aventura hacia lo desconocido. Ahora, bien, para que esa visión estrecha de amar sea superada tiene que haber voluntad al menos por la parte que cree que "amar no es importante" que es quien reclama sin palabras certeras el vacío existencial de su vida. La otra parte estará ahí siempre que la afectada ponga alas para volar y no plomo en las mismas. Entonces esas dos partes podrán compartir vuelo pero nunca sus alas. Y nadie dijo, además, que ese amor fuera el clásico romántico, el sumiso, el endogámico, cerrado y sectario acosado por los celos o la desconfianza. Este es el patrón a derrocar de una cultura tóxica sobre el amor. Donde no hay humo no hay fuego de leña, donde no hay llama apenas hay fuego, donde no hay fuego es que no hay pasión, donde no hay pasión no hay vida y donde no hay vida es que yace inerte el sentimiento. Está muerto por las ausencias aunque estén presentes a escasos centímetros una persona de la otra.

Eso puede suceder entre parejas, no parejas, familia o gente amiga. De donde no se cultiva no se obtiene fruto y si crece la mala hierba entonces ahoga el trigo. Ocurre cuando no le damos cohesión a nuestro mundo interno con el externo, a lo que pensamos y sentimos con lo que decimos y hacemos. Cuando alguien piensa o decide que amar no es lo importante es porque ha enajenado de su vida la capacidad de transformación que tiene el amor que es empatía, solidaridad, desprendimiento, igualdad, que es lucha, coraje, ánimo, ilusión, esperanza. Cuando el amor no asoma en nuestras vidas entonces ganará terreno el individualismo, el desprecio, la falta de respeto, la intolerancia sectaria, el odio a lo diferente. Ganará terreno el paternalismo disfrazado de caridad pero no la solidaridad profunda con visión amplia. Cuando el amor asoma en la vida de una persona si no lo abraza terminará entonces abrasándose entonces por el fuego de la impotencia, del miedo, de la inseguridad. Abrasarse por el fuego al no dar salida a ese amor que inunda la vida sin pedir explicaciones, sin pedir permiso para entrar. Por tanto en la vida hay que tener las puertas abiertas sin perder de vista las ventanas. Abiertas a cuanto pueda acontecer, a lo inesperado, a las formas de amar o de relacionarse sin esquemas rígidos, fijos, encorsetados que, finalmente, pueden terminar en situaciones coercitivas y de chantaje emocional de unas personas hacia otras.

Todas nuestras creencias se vienen abajo cuando entendíamos que no éramos susceptibles de merecer un amor aunque lo pidiésemos a gritos y cuando entra como un rayo, como una bocanada de aire fresco comienzas a sentir que tu mundo se viene abajo, todo lo que creías haber construido se ha movido porque nada de lo que se pensaba, creía o vivía era real. Todo era ficticio basado en la mera apariencia pero no en la naturaleza del corazón. Si queremos, por tanto, recuperar la esperanza como humanidad tendremos que dejar estas creencias para dejarnos llevar por todo lo que sentimos sea a quien sea y como sea, para educar en el amor, porque un árbol nace de una semilla, hinca profunda sus raíces para ser duradero que bien alimentadas comenzará a echar ramas y las ramas hojas y las hojas podrán tener o no fruto pero ellas ya son el resultado de un buen comienzo. Cuando alguien me diga, entonces, que amar no es importante le preguntaré entonces si sabe cuál es la raíz de la vida...

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