EL CAMINO NO TIENE ATAJOS


 

El Camino (Tao) no tiene atajos, solo verdades a las que debemos hacer frente día a día, construyendo nuestro destino en alianza con el Universo. Nuestra alianza con el Destino es esa, caminar, trasegar la vida siguiendo según lo trazado en cada momento aunque sin perder el horizonte. El gran problema de esta humanidad es que no sabe de dónde viene y mucho menos hacia dónde va, no sabe cuál es el camino pero sí sabe cambiarse el zapato con el que camina. Sabemos lo que nos interesa saber nada más pero cuando se nos presentan verdades ante el espejo reculamos, no queremos más que atajar a ver si -desde esa cultura de lo rápido o del pelotazo- somos capaces de evadirlas, soslayarlas o, incluso, peor aún que es manipularlas para nuestro beneficio.

Venimos a la vida con un propósito que debemos ir descubriendo. No se trata simplemente de qué hacer como vocación para la felicidad sino de cómo hacer en un contexto donde el cuándo, siguiendo el ritmo natural de las cosas, es importante pero, también, hasta el dónde o lugar. Todo importa, todo forma parte de los inescrutables caminos de la vida donde naufragamos, quizá, pretendiendo entenderlo todo. Y puede ser, mira por dónde, que a lo mejor no se trata de entender sino de sentir, de vivir sin tanta pretensión racional sino saber oír nuestro corazón que es quien marca el ritmo de la verdad interna. Eso que llamamos corazonada nunca dejó de ser cierto. Es seguir la inclinación natural sin pervertir, además, estas palabras para justificar el odio.

Tenemos una naturaleza compleja que ahondamos más cuando vivimos a espaldas de quienes somos realmente porque nos vamos cubriendo de capas como la cebolla. Quizá nuestro reino sería el reino de la cebolla y nuestro trabajo es desmontar todas esas capas para que, finalmente, aparezca la desnuda realidad última. Dice el Dao De Ying (Tao Te King) que el Tao del que se habla entonces no es el Tao. En nuestro Camino debe predominar el silencio más que la palabra hueca, la palabra con sentido antes que la vanidad, los hechos antes que las palabras porque la palabra o idea se hizo realidad (o carne) desde la profundidad creativa. Nuestro sendero es el de la construcción en constante movimiento, de ahí que el camino no siempre se presente recto pero sí la actitud recta, que existan laberintos pero no atajos, que tanto caminar nos desgaste el zapato con el que transitamos pero, entonces, debiéramos recordar que podremos cambiar de zapato pero nunca dejar de estar en el Camino puesto que al abandonarlo lo estamos haciendo sobre nuestra esencial naturaleza, sobre la vida misma y el sentido de todo cuanto es y existe...

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