ACOMPAÑAME


 Acompáñame por los inexplorados, y a veces inescrutables, mundos del inconsciente, el de los miedos, el tabú, el rubor, la vergüenza, el de lo misterioso oculto y, también, desvelado. Acompáñame en el inexplorado mundo del mapa de tu piel que al surcarla descubre nuevos yacimientos de placer. Ven conmigo a explorar la vida, mejor hoy que mañana, a descubrirla con pasión, con la curiosidad de un niño, con la fuerza de un joven, con la templanza de la madurez y la sabiduría del invierno que pinta canas. Acompáñame sin demorar a tejer letras para construir bellos poemas, a tejer amor para destruir la lógica de cualquier guerra, a tejer sonidos para componer nuestra sinfonía. En definitiva acompáñame a construir belleza que nace del misterio profundo, que no tiene forma porque son todas, que no tiene olor porque son todos, que no tiene sonido porque es cualquiera. Ven conmigo a abrazarte, a decirnos cuánto sentimos no haberlo dicho antes, no haberlo hecho antes, pero tampoco a lamernos las heridas sino a sanarlas con la saliva de los besos porque los besos, en el viaje de la vida, son profundamente sanadores, son la expresión del cuidado mimoso, porque el abrazo es la montaña que te da refugio, porque la caricia es la brisa suave del amanecer en un día caluroso, porque la sonrisa puede ser la sombra que te alivia el tedio de una jornada plomiza. Acompáñame poniendo lo mismo que pides, sin estrategias elaboradas, sin tácticas de escape, mirando de frente porque en la mirada lo decimos todo sin decir nada. Vamos a caminar por el único sendero que es posible hacerlo, el de la libre alegría de compartirnos que no es partirnos a mitades o cuartos sino de ofrecernos enteros en un intercambio donde las energías danzan a la vida. Acompáñame en los silencios, en las dudas, en las tristezas, en los temores, en las incertidumbres y miedos, en los errores y también en los aciertos, en las visiones que atisban horizontes de apariencia inalcanzable, de extrañas formas que se disipan al romper el alba. Acompáñame siendo yo quien soy sin dejar de ser tú quien eres, porque en un vuelo cada ave lo hace con sus propias alas aunque compartan el vuelo, el cielo y la montaña. Acompáñame hoy, sin dejarlo para mañana porque puede ser tarde. Porque el poder está en el ahora y no en la construcción de lo que pueda venir. Está bien que nos acompañemos construyendo carreteras que nos llevan a la eternidad pero antes debemos transitar el camino polvoriento, día a día y en ese trasiego cotidiano es cuando surgen las oportunidades. Las de sonreír, abrazar, besar, tocar, caminar, hablar, oír, contemplar, observar, soñar... Cada paso es un acto de presente y de futuro pero, también, es de pasado. Cada paso que damos ya no vuelve, por eso es importante que nos acompañemos en la construcción de lo cotidiano para oler la vida. Acompáñame, entonces, a saborearla, olerla, tocarla, mirarla, oírla pero, ante todo, sentirla. Eso se llama pasión, la que necesitamos para sacar la magia que llevamos dentro y volar sobre la alfombra o conceder deseos, la que malgastamos desoyendo nuestro corazón. Acompáñame, entonces, al mundo de los sueños para construir juntos lo que luego veremos con nuestros ojos en la realidad física. Y cuando volvemos a este mundo seguiremos acompañándonos para tejer nuevos sueños en el que cada amanecer es diferente porque cada día tiene su propio avatar. Acompáñame a caminar por el arcoíris pero también bajo la lluvia para seguir renovando la vida...

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