AIRE


 

Hablar de la palabra aire en nuestra lengua puede evocarnos un montón de ideas asociadas a dicho vocablo. Nuestra riqueza lingüística nos provee de distintos significados en según qué casos que sumados a otras tradiciones culturales nos lleva a trascender dicha palabra para elevarla al Olimpo de las ideas. Porque, cosas de la vida, el aire es la representación de la inspiración, de la comunicación, del susurro pero, también, es del movimiento, de la suavidad. El taoísmo, en su insondable filosofía, nos provee de imágenes y todo lo que describo para el elemento aire se contempla en este pensamiento lleno de profundidad. Así, pues, cuando uno quiere obtener o aprehender una idea subyacente de este elemento representado en una imagen (en realidad es viento) lo que nos dice el taoísmo, a través del I Ching, es que esperas o habrá noticias, comunicación, aprendizaje, inspiración pero, también, adaptabilidad porque el viento (aire en movimiento) penetra por cualquier rendija, influye en las formas de los objetos y éstos (árboles, por ejemplo) se inclinan ante su presencia para recuperar, tras su paso, su aparente forma original que, por cierto, no siempre consiguen si el viento ha empujado con virulencia. Pero en aras a la claridad de conceptos el aire no es el viento ya que el primero es el elemental que permanece, que está circundando nuestra vida aportando el chi o ki, o sea el hálito, el pneuma de los griegos, un principio vital sin el cual no subsistimos apenas unos segundos si cortamos su paso al respirar y lo retenemos. El segundo, el viento, es la sucesión de los movimientos del aire y que no siempre está presente. Pero la palabra aire nos trae libertad, escape, renovación u oxigenación de nuestra existencia. De ahí expresiones tan usuales como coger aire o tomar aire, darle una ventolera en alusión a un movimiento súbito de aparente irracionalidad, aires nuevos cuando hablamos de renovación, de búsqueda, de cambio...La imagen del viento (en la tradición taoísta) también nos trae la asimilación de enseñanzas, el aprendizaje devenido de la repetición que es en realidad el viento, la repetición del movimiento del aire de forma sucesiva o consecutiva. Así que cuando te quieres mover, salir, dices voy a tomar el aire aunque ese día no corra la más mínima brisa y el ambiente se corte con una tijera. Porque si lo pensamos bien, detenidamente, nuestro lenguaje se vale de cada elemento natural para indicar un estado personal, una forma de actuar. Cambiar de aires puede ser cambiar de casa, ambiente, lugar de vacaciones, de lugar de residencia... O sea cambiar de forma de vida o de gente de la que rodearte, o simplemente pasar de mucho a nada o de nada a mucho. Cambiar de aires nos trae una necesidad de modificar patrones, conductas, porque el aire (emocional) que respiramos se volvió insostenible, pesado, sobrecargado. Nos trae la necesidad de respirar de otra forma más pausada, profunda, consciente. Respirar físicamente, sí pero, en el caso general, es respirar libertad, amor, alegría, justicia, igualdad, conocimiento y sabiduría... Se trata de profundizar en nuestras vidas qué aire queremos respirar, si el de siempre contaminado por las mentiras, las falsas apariencias, la hipocresía, los miedos subyacentes, las excusas o el de la verdad aunque duela, la sinceridad, honestidad, el coraje de ponerle nombre y rostro a las situaciones, de sintonizar nuestra mente y corazón a la misma frecuencia. Se trata de saber para qué queremos tomar aire, oxigenar nuestra existencia pero, cómo no, de saber con quién o quiénes quieres compartirlo aunque puedan venir vendavales ocasionados por las conveniencias sociales que, justamente, son las que deben voltearse si realmente deseamos un aire más limpio. Cuando algo no funciona debe cambiarse pero el cambio siempre parte de nuestro ser interno. Por eso, en general, me someto a mi propia toma de aire nuevo, de renovación, de expulsar los demonios internos sabiendo exactamente que lo que estoy haciendo, incluso, puede provocar algún vendaval externo porque no siempre es entendida o aceptada la actitud de tomar aire, no siempre es comprendida la del cambio porque, en realidad, cualquier movimiento producido obliga a un cambio ya que nada permanece salvo el propio cambio. Pero qué puede traer el cambio provocado por el aire en movimiento quizá solo el mismo aire lo sabe realmente quien, a su entender, traerá las noticias pertinentes, la revelación de secretos, los susurros de amor, las ideas refrescantes. Has activado vientos de cambio a los que, a veces, tanto tememos porque preferimos seguir instalados en la zona de confort pero esos vientos, siguiendo las ocho direcciones y su armonía Feng Shui o la Rosa de los Vientos, van a provocar que nada sea igual en ese ciclo vital porque según con qué fuerza empujen caerán árboles, ramas, levantará tejados, se llevará enseres volando o, simplemente, harán que el pelo se levante acariciando la cara... La cuestión es estar sabiendo estar y ser sabiendo ser cuando el viento sopla de favor o cuando no lo hace porque en el cambio debe permanecer lo esencial de nuestra naturaleza. El resto es adaptabilidad, movimiento, aprendizaje. Y uno no ofrece resistencia al paso del viento sino que aprovecha su energía para desplazarse con él, uno deja que el aire elemental penetre profundamente así como debe hacerlo la vida con su Misterio. Y uno aguarda noticias de la complicidad del viento... Creo que me sentará bien seguir tomando aire. Nuevos aires, nuevos tiempos

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