SEÑALES SUTILES

 



Nuestro diccionario tiene dos entradas para sutil. Una, como algo delicado, delgado, suave y otra, como alguien perspicaz, agudo, ingenioso. Vaya por delante que no debemos confundir con la persona suavona que llamamos, que a menos que te descuide te la cuela porque puede ser hasta tosca. 
Somos, el ser humano, una mezcla de ambas entradas cuando empleamos esta técnica o forma de expresarnos. Una mezcla de delicadeza y perspicacia, de suavidad y agudeza, como mecanismo de comunicación en donde solemos emplear -a veces inconscientemente- el lenguaje no verbal traducido en miradas, gestos, andares o silencios pero, también, el verbal mediante giros lingüísticos, preguntas "inocentes" con cierta intención, olvidos, excusas que, en ocasiones, son demasiado evidentes aunque neguemos la mayor. Emitimos señales que, en ocasiones, tratan de confundirlo haciéndole creer lo contrario de lo que queremos o deseamos. Es una estrategia del engaño, ciertamente, no para disuadir sino para demorar algo que, finalmente, puede cumplirse. En ocasiones, muchas veces, esta forma de comunicar confundiendo puede tener un origen de inseguridad personal, de pánico escénico a enfrentarte a una situación que llevas demorando tiempo ya pero, obviamente, no podremos negar que tiene sus altos riesgos y es el de quedarte fuera de juego, abrasarte en tu propio fuego. Que tiene su emoción, seguro pero, también, su punto de hartazgo al entrar en bucle cuando las señales emitidas prácticamente suelen ser sutiles dejando a la interlocución ante la tesitura de tomar o no una decisión que, por otra parte, será o podrá ser tan sutil como la señal emitida y, por tanto, podrá ser devuelta con la misma sutileza. Porque debemos tener en cuenta que la otra parte puede tener una gran capacidad de captar la emoción en cuestión simplemente con una observación, con percibir un timbre de voz y de ahí que haya gente que solo quiere comunicar por mensajería en lugar de por teléfono ya que la vibración de la voz es fundamental. Pero aún así hasta por mensajería se le puede captar la sutileza en cuestión. Está claro que cuando comunicamos en un lenguaje encriptado por la sutileza debemos considerar que hay otra parte que lleva tiempo analizando ese lenguaje, que su código lo tiene abierto ya pero que no va a pronunciarse sobre el contenido de las señales recibidas porque eso le corresponde a quien la emite, a menos -claro está- que la parte emisora vaya finalmente a canal abierto lo que posibilitará, pues, que se desclasifiquen todos los mensajes emitidos durante tiempo, años incluso. Llegar a esto tiene práctica, junto a alguna técnica que no debe desvelarse por lo general- La práctica, la de la ejercitación regular de captar para procesar, hace que hasta el simple hecho de no decir nada la otra persona sea suficiente para poner la alerta. Esa delicadeza, cual vuelo de mariposa, se lleva con cuidado de no desestabilizar demasiado ya que puede ser hasta contraproducente aunque, no obstante, de vez en cuando es bueno mover el asiento, provocar alguna vibración que ponga a la otra persona, a la emisora, en situación reflexiva, ante su propio espejo y tenga que preguntarle espejito, espejito, quién es la que te está mirando porque igual ha perdido su propio norte. También es cierto que las señales pueden pasar totalmente desapercibidas porque, en ocasiones, tenemos el canal cerrado pero, para eso, está la reincidencia si queremos, realmente, que la otra parte capte lo que queremos decirle sin mover un músculo. Ya que el lenguaje del abanico ha desaparecido ahora hay otras formas. Una de ellas es que, realmente, cuando te digo no te estoy diciendo me muero, cuando te digo no puedo en realidad es que no me atrevo, cuando te vas es porque quieres que te sigan. Al revés para que me entiendas decían antiguamente, y ese del revés es entendible no hasta el punto de perder uno su centro, mucho menos su autonomía personal. Mientras sí, mientras no, estamos en captar señales, a veces imperceptibles, para descodificarlas y guardarlas a fin de no dar pistas más que las que uno quiera deslizar. Las que uno envía de alguna están en proporción a las que recibe, en ocasiones en proporción inversa lo que hace que la sutileza alcance un peldaño más alto sin llegar aún a tocar el techo. El día que llegue a tocarlo serán ambas partes y para entonces no habrá techo más que el cielo con su infinita presencia dispuesto a abarcar el vuelo conjunto de quienes durante tiempo casi no emitían sonidos aunque su sola presencia bastaba para hacer crecer las alas que, en realidad, es lo único que no puede compartirse. Y eso las mariposas bien lo saben y el efecto que producen sus pequeñas variaciones en el otro rincón del Universo...Una señal sutil produce el efecto mariposa

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