DEONTOLOGÍA PERIODÍSTICA

 




Cualquier profesión suele estar rigurosamente controlada por su colegio profesional que, por cierto, tampoco es que sea como para tirar cohetes. La periodística, hasta donde yo sé, se autorregula a través de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España llamada por sus siglas F.A.P.E. (https://fape.es/home/codigo-deontologico/) pero qué casualidad que no es, precisamente, una entidad proclive a la crítica sobre la mala praxis en el periodismo contraviniendo, de esta forma, su propio código. Y digo esto porque, al parecer, en lugar de criticar y enfrentarse a quienes mienten o manipulan lo que hacen es cargar contra quienes critican las mentiras. O sea el mundo al revés, que es lo que está ocurriendo últimamente en una sociedad enajenada de su propia capacidad de análisis, de su autonomía de pensamiento en lugar de dejarse llevar por los hilos de quienes ostentan el poder en tal o cual medio. Delegar tu capacidad de análisis en los demás que cobran y, por tanto, están al servicio de intereses espurios o sujetos a la precariedad laboral. Esto es exactamente lo que ocurre y cuando una entidad como la señalada, además de la Asociación de la Prensa de Madrid (A.P.M.) otra que tal baila, en lugar de proteger el periodismo honesto, basado en la veracidad donde una noticia debe ser siempre contrastada, pasa de largo, mira para otro lado cuando estalla un escándalo de fabricación de noticias falsas o trata de echar tierra al asunto entonces se convierte en el paraguas de la corrupción periodística y su puñetero código ético no es más que papel mojado para quedar bien de cara a la galería. Esto indica el estado de cosas en el que se encuentra el periodismo donde la palabra dimitir tampoco se conoce en la profesión que, en algunos casos, llega a la más absoluta soberbia. En el caso de FAPE también es cinismo con dosis de victimismo. Reproduzco un fragmento del comunicado del engendro conocido como APM adhiriéndose al comunicado de la FAPE

"La FAPE lamenta que detrás de toda esa polémica se puedan encontrar intereses espurios contra la libertad de prensa y del derecho a la información, desprestigiando por ello a todo el colectivo de periodistas españoles que demuestran a diario un auténtico compromiso social, imprescindible para la democracia, no sin dificultades, tanto de índole laboral como personal, junto a presiones, incluso amenazas y agresiones o comentarios insultantes en redes sociales"


Cuando se refiere a "toda esa polémica" lo expresa respecto a los audios de la trama mafiosa Villarejo-Mauricio Casals-Ferreras en una comida donde acude un antiguo comisario de la UDEF (Olivares) y el perla de la jet set Adrían de la Joya y vinculado a otras tramas turbias... Dice la FAPE que aquí lo que puede haber es un ataque contra la libertad de prensa y del derecho a la información. Tiene cojones que a mí como ciudadano que tiene derecho (fundamental) a una información veraz me diga esta gente que por criticar la trama mafiosa estamos atentando contra la libertad de prensa. Es el victimismo del credo neoliberal donde la libertad es solo para la empresa de elegir qué y cómo vas a dar una noticia, o qué vas a silenciar obviando el derecho de la persona destinataria. ¿Libertad para qué y para quién?

Está claro que la actitud mostrada no es más que la de quienes quieren preservar sus privilegios y no les ha llegado aún una catarsis, un movimiento tectónico que se lleve por delante medios y periodistas corruptos entendiendo por práctica corrupta la de emitir bulos y noticias falsas a sabiendas, la de difamar y calumniar sin  freno, la de acosar. Mentir en el periodismo es corromper la profesión, y esto es lo que parece que no le afecta a quien dice ostentar representación. A esta gente les encanta, al parecer, la corrupción instalada en la profesión.

Según el código deontológico de la FAPE, en su principio general número 2 dice textualmente

2. El primer compromiso ético del periodista es el respeto a la verdad.


El respeto a la verdad, de darse, sería cumplir con el derecho constitucional de una información veraz. Pero ese supuesto no se está dando en el caso que nos ocupa. Quizá quepa aquí concluir que ni la FAPE ni la APM representan una mierda al periodismo de verdad sino a unos oscuros intereses corporativos donde lo que importa no es la verdad sino el poder.


 

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