LA INFORMACIÓN VERAZ COMO DERECHO

 


Tan solo tuviéramos un mínimo de conciencia, de apertura mental, para cuestionarnos ciertas situaciones y, en el caso concreto, determinadas opiniones y noticias dadas, habríamos dado un gran paso para discernir una información veraz de otra llamada fake o falsa. Pero, para ello, hace falta algo elemental y es educación mediática básica. Esta educación, que debiera ser obligatoria en según qué niveles formativos, tendría que contemplar cuestiones tan elementales como la línea editorial para saber su ideología pero, sobre todo, quiénes ponen la pasta y cuál es el entramado societario que sostiene la cabecera de tal o cual medio en cualquier formato. De esta forma, sabedores de quiénes sostienen el medio, qué gobiernos -central, autonómicos o municipales- exponen publicidad institucional (que es una vía de subvención), cuál es su consejo de administración y quiénes sus principales anunciantes ya tendríamos una avanzada idea de qué me van a transmitir pero sobre todo del cómo me lo van a transmitir porque en periodismo, en comunicación en general, si expresamos algo atendiendo a la objetividad del hecho en sí pero sin mediar opinión dejamos que nuestro interlocutor digiera la noticia sin presión. Si la forma de darla es torciendo o retorciendo las palabras y, de esta forma, la propia realidad de lo ocurrido entonces estamos manipulando y alterando la propia naturaleza de la noticia, del hecho que se quiere dar a conocer. Pero hay un escalón mucho más bajo aún que es el de inventarse una noticia ya sea una entrevista, un hecho, una circunstancia. Es el escalón de la depravación total en periodismo, el del robo con alevosía del derecho a una información veraz. Pero aún el escalón de la abyección es todavía más bajo cuando la noticia que se da es para perjudicar a personas, organizaciones políticas o sindicales etc. Esto es delincuencia pura y dura, y sucede en los países "civilizados" con bastante frecuencia. La cuestión por qué y para qué de esta forma de "hacer periodismo". Se trata de desestabilizar de forma permanente (son golpistas) generando marcos mentales para que ante una eventual cita electoral tu voto cambie de signo o pases de ir a votar si el signo, por lo general, está en el contexto de la izquierda. Para ello no se escatiman esfuerzos sean del tipo que sea. Noticias inventadas, sumarios judiciales sobre rumores y noticias inventadas (ya sabemos de ciertos jueces y su posicionamiento ideológico ultra), alarmismo social (ejemplo con la subida del SMI o la reforma laboral), boicot a medidas sociales de protección (ejemplo en pandemia), movilizaciones fantasmas convocadas por grupos minoritarios (ejemplo asociación de transportistas autónomos que boicoteaban los acuerdos con la patronal...) y un largo rosario de iniciativas nada inocentes que genere confusión en la opinión pública porque son conocedores que quien posee información tiene el poder. O sea conocedores de su poder pero también de sus debilidades, y quien las tiene se lanza a tumba abierta a impedir que la gente piense por sí misma, tenga criterio y conozca la verdad. Y es aquí donde está el núcleo de su poder, en conocerla para impedir que tú la conozcas porque la verdad siempre nos hace libres. La verdad siempre como víctima y cada vez que esto sucede, traicionar la verdad y los principios del verdadero periodismo, se nos está hurtando un derecho fundamental en nuestro ordenamiento jurídico. Aún más, se nos impide un derecho humano como es el acceso a la información transmitida con veracidad

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