ENTRE TU Y YO
Entre tú y yo no caben (ya) dudas, vacilaciones, miedos a transitar
senderos desconocidos. Entre tú y yo no caben noches oscuras imposibles de
iluminar, porque sabemos que somos luz en el camino aunque éste se manifieste
en la noche, porque sabemos que la noche oscura es propicia para contemplar las
estrellas y los movimientos de astros que el día no nos permite observar. Un
rayo de luz, una ráfaga de cometa, una bola de fuego, una lluvia de estrellas
solo podemos contemplarlas bajo ese cielo claro de honestidad y sinceridad
ausente de dudas y lleno de valentía para entregarse a la pasión del elemento
fuego. Un fuego que no quema o abrasa sino que vivifica y convierte en pureza
las aristas de cristales cortantes, un fuego que es la pasión por la belleza
radiante en esa oscuridad inusual derivada de tiempos de zozobra y desazón.
Pero esos tiempos ya pasan y se anuncia uno nuevo que romperá la noche para dar
paso a un nuevo amanecer cargado, esta vez sí, de una luz que permite saber qué
dictan tus miradas o movimientos corporales cual lenguaje lleno de sutilezas
porque si algo tiene la luz del día es que revela la verdad incluso proyectada
en una sombra. No hay realidad que no tenga su sombra pero es la que acompaña
sin la cual no nos podríamos, en ocasiones, cobijarnos de nuestro propio
devenir de un día incierto. Entre tú y yo no caben distancias más que las del
respeto y la consideración pero no las del olvido, el descuido o la indolencia.
No caben distancias de la indiferencia sino las que marca la propia dinámica
vital de saber que al no existir la distancia el aire circula libre porque un
abrazo enternece, un beso apasiona, una caricia refresca, una sonrisa ayuda al
camino, una palabra amable es el bálsamo de la herida no cerrada. No hay más
que aceptación entre tú y yo de lo intemporal realizado en un tiempo finito,
que se agota porque pasa in misericorde raudo y veloz. Un sentimiento nacido,
cultivado con mimo y esmero aunque, a veces, ha tenido que soportar vendavales
de dudas, de los propios patrones culturales que atesoramos coactivos,
represivos sobre emociones que hinca sus raíces en lo más profundo del alma, en
lo más puro que es el corazón. Entre tú y yo siendo dos somos unidad en la
diversidad porque renunciar solo es al ego propio. Sobran las palabras y,
también, sobran las razones para encontrarnos en este tiempo, en este plano,
porque la realidad siendo finita nos ofrece infinitas posibilidades para
hacerla grande desde lo pequeño, porque lo pequeño pudo nacer sin saber por qué
pero lo grande se manifiesta con la conciencia clara desde dónde partimos,
dónde estamos y hacia dónde podemos caminar sea de noche o de día aunque, eso
sí, sin miedo a que la noche nos impida ver el sendero ya que siempre
recordaremos que la luz atrae luz, que el amor atrae amor. Convirtamos,
entonces, la noche de la duda en el día de la certeza. Manda el corazón
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