MITOLOGIA CRISTIANA. EL CREDO TEODOSIANO (1)

 


Con independencia de la creencia particular o no de cada cual, y desde ese respeto, mi posición como analista-investigador del cristianismo me da cierta distancia considerando, además, que alejarse de cualquier actitud sectaria hace que la percepción sea más nítida de lo que ves y de lo que sientes que es. Cuando durante años escudriñas (y aún lo hago) los escritos bíblicos, en particular lo que llamamos Nuevo Testamento (en adelante NT) y los intentas ubicar en el escenario espacio-tiempo comienzan a saltar algo más que dudas para convertirse en sospechas.

Ni que decir tiene que ninguna religión se ha puesto en pie por sus líderes espirituales, llámese Jesús cuyo nombre original es Josué o Joshua, Buda, Lao Tse o Krishna. Ninguno fabricó una religión porque sus enseñanzas trascendían más allá del propio credo que luego se ha ido poniendo en pie en cada momento y lugar. Y para no perdernos me lanzo a comenzar lo que me trae en estos momentos que no es otra cosa que desgranar cómo se fabrica el cristianismo como mito y quién es, en realidad, el muñidor del nuevo credo. Todo ello lo voy a ir exponiendo a lo largo de una serie de artículos procedentes del trabajo de análisis e investigación que me ocupa al respecto.

Para observar una obra pictórica, dependiendo del detalle en cuestión, tendrás que alejarte o acercarte si lo que quieres es verla en su extensión o en los detalles. Escoge la posición que desees en estos momentos pero con la mente abieta, sin apriorismos ni actitudes de abrazar lo expuesto tal cual o de rechazarlo igualmente tal cual sin antes hacerte unas preguntas e ir respondiéndolas.De entrada te preguntaría si te has puesto a profundizar con espíritu crítico el relato cristiano aunque creas. O justamente por eso, o sea si conoces -al menos- algo de Nuevo Testamenteo sin que te lo hayan tenido que explicar previamente sea un pastor evangélico o un sacerdote católico desde un púlpito. Si te has parado en comparar las parábolas, por ejemplo, con la filosofía oriental. Seguramente no. También te preguntaría si crees en los milagros o si te has preguntado sobre ellos. Una mente curiosa y no enajenada se lo preguntaría sobre su veracidad o no, jamás haría un segudismo ciego de ninguna frase interpretada por otro humano y, además, se centraría en lo verdaderamente importante en la filosofía cristiana que es el AMOR escrito con mayúsculas, cuyo significado se ha ido mercantilizando o prostituyendo con el tiempo de forma que, he aquí una de las cuestiones, llegamos al punto que una mujer solo puede amar a un hombre, que un hombre a una mujer cuando-en realidad- jamás encontrarás en los escritos iniciales de evangelios algo sobre el asunto. Solamente encontrarás una frase explosiva y potente como "un mandamiento os doy, que os améis los unos a los otros como yo os he amado" (Juan 15, 12). Solo nos da un mandato que significa sacrificar el ego personal, tratar por igual a los demás, tratar con compasión y espíritu de servicio. ¿Qué significa como yo os he amado? El amor incondicional, sin premisas previas, sin trampas, sin delirios, de forma pacífica. El amor más allá de lo fraterno que también se lleva a la cama. Ama a quien te de la gana pero ama sin que ello signifique lapidar a nadie por ser gay, lesbiana, bisexual o muestre cualquiera otra orientación sexual. El amor no tiene puertas, es libre. Este es el gran mandamiento, el único verdadero y la esencia del mensaje de Jesús/Josué. Todo lo que escribió después ha sido, ni más ni menos, que la fabricación de un cuerpo doctrinal, de dogmas, para mantener a la gente bajo control. Lo que vino después es lo que, realmente, voy a exponer en los próximos capítulos estableciendo una serie de hipótesis que puedan servir para alentar un pensamiento crítico a la par que desmontar una serie de mitos en torno al cristianismo que genera su propia mitología, heredada por demás de otras prácticas que llamaban paganas. Ahí es nada. Creo que no voy a dejar indiferente a casi nadie que lea esto y justamente se trata de eso. Quizá es hora que alguien se haga preguntas y, también, las haga y que, asimismo, vaya siendo capaz de resolverlas siguiendo su propia luz de la intuición que es esa verdad profunda que anida en nuestro ser interno


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