EL MERIDIANO DE GREENWICH Y LA MEMORIA DEMOCRATICA
Hay un debate reabierto (porque ya vale la antigüedad que tiene) sobre el cambio de horario oficial que se viene llevando a cabo, yo diría que inexplicable y poco entendible desde cualquier punto de vista, desde hace décadas. En invierno tenemos un horario y en verano otro con respecto al anterior. La excusa de un cambio “armonizado” en gran parte de Europa es con respecto al horario de verano y aquí, como no podía ser menos, entramos al trapo de un falso debate ya que se quiere aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid, léase turismo, para querer mantener el horario de verano actual. O sea ni más ni menos que dos horas de adelanto con respecto a la hora solar que marca nuestro meridiano natural que es el de Greenwich. Por otro lado una parte de la comunidad científica apoya el de invierno por cuestiones ya de salud y demás. Me quedo con esto último que vale para lo que voy a exponer a continuación.
Resulta que en el año 1940 la dictadura franquista, plenamente alineada con el nazismo, decide que el horario de España pasaría a ser el de Europa Central (o sea el de Berlín) y ¡viva el patriotismo!, por aquello de mantener la alianza con la Alemania nazi en plena efervescencia militar por Europa, en un contexto de guerra mundial, aunque puede que también fuera una petición del propio Hitler a Franco. Porque digo yo que para qué mantener nuestro meridiano, el de Greenwich, que pasaba por Londres que era enemigo en esa guerra con lo cual queda explicada una parte de la ecuación que, al reflexionarla, es como si un día cualquier gobierno se alinea con otro que tiene varias horas más y dice pues ea, hay que cambiar para parecernos a ese gobierno con ese país. Lo de aquí ya tal. Un disparate en toda regla pensaríamos y diríamos en voz alta. Pues justo eso es lo que llevamos viviendo desde 1940, un disparate además en doble dirección.
La más inmediata es que mantener el horario actual de invierno ya es atentar contra la memoria democrática de un país que ha sufrido un golpe de Estado violento desatando el exterminio del rojo republicano masón, humillando a la gente, de tal forma que aún se mantienen miles de cadáveres en las cunetas sin identificar. Volver, pues, al horario de nuestro meridiano sería hacerlo para reparar esta sutileza contra la memoria democrática que aún se mantiene y no sería difícil hacerlo entender. Ya sabemos que la oposición PP-Vox dirá que no, pero el resto de grupos se avendría a reparar este elemento que, entiendo, se ha olvidado como algo poco importante. Y creo que sería un error mantenerlo por razones obvias. No somos Alemania, no vivimos en Berlín.
La segunda dirección es que nuestro biorritmo, el de todas las generaciones anteriores, estaba adaptado al de nuestra posición con respecto al sol que marca un determinado meridiano. A partir del momento en que se altera esa relación con el medio, a través de la alineación horaria, estoy plenamente seguro que eso ha conllevado problemas adaptativos a las siguientes generaciones modificando, por ejemplo, costumbres. Y quizá como línea de investigación, incardinando memoria democrática y ciencia, no estaría mal que se estudiara el efecto que tal decisión arbitraria ha podido generar en la salud de personas que, además, son quienes van a levantarse para cuidar el ganado, labrar y cosechar. Está todo relacionado y somos una parte del engranaje. La Tierra se mueve a su ritmo y nosotros en ella, por tanto qué sentido tiene ir en contra del ritmo que marca el planeta y del que, dentro de él, tenemos en nuestra zona habitable que se llama España. Y aquí incluyo a las Islas Canarias cuyo meridiano es exactamente el mismo, y su horario sería, pues, el de UTC+0. O sea que las uvas de Nochevieja se retransmitirían a la misma hora lo mismo que un evento deportivo, todo armonizado con la Península no porque sí sino por correspondencia.
Creo que entender esto, por encima de las pretensiones mercantilistas y del falso debate, sería recomponer nuestra propia historia personal y como pueblo. Si a alguien no le gusta que en invierno a las 18 horas sea de noche tendría un problema de adaptación inicial pero que su cuerpo, a la larga, se lo agradecerá que lo tenga seguro. Cambiaríamos los ritmos sí, claro que sí. Ya lo hicieron hace 85 años, por qué no retornar a ello, al que llevaban nuestros padres y abuelos cuando tenían que acudir al campo o a la fábrica. No se debieran poner excusas poco creíbles porque al final ya sabemos que lo que se puede intentar es que prime el interés del capital que, además, es lo que ha venido pasando con ese cambio al horario de verano para ¿ahorrar energía? Una gran farsa ha sido que no se sostiene con el tiempo.
Que sea necesaria una etapa de transición para acoplar el horario, cierto. Por tanto para que esta etapa de transición se lleve con éxito primeramente se debe volver al horario de invierno y fijarlo ahí durante esta estación nada más. Al entrar la primavera, para el equinoccio, adentrarnos con el horario de nuestro meridiano. Veremos cómo amanece a las 4 y media de la mañana y cómo anochece a las 20 horas en el día más largo (sobre las 22 horas actuales). Que tendremos que acostarnos antes, cierto. Reeducar nuestro cuerpo y nuestra mente, todo nuestro ser, creo que merece la pena, y no soy un chaval de treinta sino alguien con 68 para 69 que ha vivido toda su vida sin explicarse tal disparate sostenido en el tiempo. Hay una oportunidad que debiéramos aprovecharla para esta generación y las venideras. Cualquier excusa que diga que va en contra de la economía es una falsedad. Se trata que alguien de paso de hacer lo correcto y volver sobre nuestros pasos, los que no se debieron dar en su momento. Normalizar lo natural es alinearnos con ello, ir en contra no es lo que llamamos normal.

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