MUERTO EL PERRO NO SE ACABA LA RABIA


Cuando la rabia la escenificamos en una persona y esa persona, digamos, muere y en su vida ha sido alguien realmente deplorable, un elemento tóxico, corrosivo, podría ser que -efectivamente- se extinguiera con su (bendita) muerte el veneno pero no es menos cierto que eso depende de una serie de variables, siendo una de ellas las causas de la rabia

 Puedo morir yo pero no, por eso, la causa que me produjo la muerte con lo que, obviamente, seguirá produciendo más muerte. Creo que no es difícil de entender pero vamos a ir desarrollando algunos ejemplos concretos que nos azoran en el día a día, cuando se trata de violar derechos humanos básicos.

Hitler se suicidó habiendo sobrevivido anteriormente a algún atentado, pero las ideas nazis perviven hoy con cierta fuerza como resurgiendo cual Ave Fénix de sus cenizas de ruinas que dejaron tras la guerra. Solo debemos mirar, a día de hoy, a nuestro alrededor y observar cómo la espuma de la extrema derecha ha subido con gente que está al mando en sus respectivos países comenzando por Trump en EEUU, Putin en Rusia, Zelenski en Ucrania, Orban en Hungría, Meloni en Italia, Netanyahu en Israel por poner algunos ejemplos clarificadores y sin entrar en las amenazas de ascenso en otros países como Gran Bretaña, Francia, España... Creo que más que seguir es cuestión que te pongas al día pero alejada de la prensa convencional, del medio afín a esos postulados y sostenido con fondos públicos vía publicidad institucional que de eso Ayuso sabe bastante. La pregunta es por qué esta ideología entra en bucle cada cierto tiempo bajo el disfraz democrático y, por eso, se le puede permitir que campe a sus anchas. Por qué murió el perro de Hitler pero hay infinidad de cachorros hambrientos mordiendo, o por qué murió Franco (lástima que fuera en la cama) pero no el franquismo que es una variante nacional mezcla del nazismo alemán y del fascismo italiano. La respuesta está en el capitalismo, el sistema con el que por lo visto nos solemos sentir cómodos cuando nos hacen creer que la cosa va bien pero amenazados cuando a las élites no les interesamos.

El sistema capitalista en lo económico ya sabemos que es depredador, extractivista, especulativo, cuya ideología y dios es el dinero, el beneficio, sea cual el orden de la vida, para el que el fin no justifica los medios. El sistema se dotó de ciertos mecanismos que derivaron en lo que se viene en llamar democracia liberal cuyo eje ideológico es que algo cambie para que todo siga igual, con una supuesta división de poderes, con hipotéticas cartas constitucionales como garantes de derecho de ciudadanía etc. El sistema no somos la gente de abajo sino las élites y los lacayos políticos que están a su servicio y no son capaces de enfrentarse a ellas. El sistema son ese poder oculto que mueve los hilos para que seamos marionetas, de ahí que cuando un muñeco -valga la expresión- cobra vida propia y comienza a sentir y pensar por sí mismo el poder va a por el muñeco y quemarlo en la hoguera. Esto es lo que sucede cuando la gente nos oponemos a cualquier forma de poder que pisotee nuestra dignidad, que entonces comenzarán a señalarte, a llamarte radical por exigir que los servicios públicos sean de calidad, que la enseñanza y sanidad pública sea gratuita y universal, que haya más medios, mejores condiciones de vida. Por querer que se intervenga el mercado del alquiler, que otros países nada sospechosos ya hacen de hace tiempo, te insultan llamándote de extrema izquierda, un radical. En realidad creen que te están insultando a ti pero lo que hacen es esparcir un ventilador de basura que impide que puedas ver con claridad para convencerte que esa basura es de quien pide lo justo, lo digno, y no de quien la está generando por sus políticas o actuaciones. Hacen que se desplace tanto la ventana de Oberton que lo que es básico como el derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, a los cuidados de familiares, al tiempo libre..., pase a ser una cuestión inaceptable y te pongas en la lista de los utópicos y que lo aceptable sea, justamente, que la sanidad se tiene que privatizar igual que la educación, que los mayores no tienen derecho a cuidados universales, que una residencia sea un objeto de lujo, que no puedas vivir en una vivienda digna y conformarte con cualquier mierda que te alquilen por precio desorbitado, que te tengas conformar con una habitación en un piso rodeado de sinvergüenzas. Pedir lo básico se convierte en lo imposible pero cuando hay una marea que puede desbordar las expectativas del propio sistema entonces éste pondrá toda su maquinaria mediática al servicio de las mentiras realizando auténticos montajes contra quienes osen desafiarlo y enfrentarse para que, de esta forma, pase de sentir simpatía a criminalizar la protesta y a las organizaciones que las hacen. Y es tal ese desplazamiento de la ventana de Overton que hace posible que ideas inaceptables como el nazismo, basado en la fobia a lo diferente seas negro, gitano, amarillo, árabe, judío de verdad, homosexual o lesbiana, liberal, socialista o comunista, que lleva su ideario a la violencia sea verbal, física, institucional, ahora se estén aceptando como parte del juego democrático. Con esta exposición quiero llegar justo a donde se debe que no es otra que la destrucción del propio sistema que, de por sí, está colapsando. Pero para su propia pervivencia necesita de perros guardianes, de perros fieles, sabuesos a los que tirándole un hueso se lancen contra una presa. Estos sabuesos, perros, son la gente que hoy se adornan con banderitas españolas (en nuestro caso), espoleados por una cuestión identitaria nacionalista (o sea, franquista) culpando de los males a la inmigración, promoviendo la teoría del reemplazo, con discursos xenófobos y racistas que alientan cacerías humanas tipo KKK contra el moro, primero, luego contra el negro, y contra cualquiera que no sea blanco. Y tú te tragas ese discurso y me dices, luego, que la inmigración puede ser un problema. No, el problema es el sistema de explotación y esclavitud. El problema es quien dice que al inmigrante ni agua pero que tiene una explotación agrícola y los tiene indocumentados, con salarios de miseria y despojados de derechos. Para eso sí es bueno el migrante al que se culpa de venir a chupar de paguitas. Esa ideología filonazi la vemos a diario porque los medios, también, le dan cabida, hacen que se normalice el discurso del odio. Porque el odio es la raíz del mal humano pero el odio corre en paralelo al número de neuronas servibles, o sea es directamente proporcional a la ignorancia que tienes. El sistema necesita de estos perros con rabia, descendientes del que murió, para seguir alentando y cuidando sus privilegios porque a las élites les importa una mierda la democracia de verdad. Algunas de esas élites, hoy, son descendientes de quienes hicieron negocio con el genocidio nazi al igual que hoy hay empresas que están haciendo negocio con el genocidio israelí. Por eso es importante la historia, la memoria para no olvidar, para que la verdad no se oculte y se confronte día a día. Pero la verdad tiene un precio y se debe pagar por ello porque, en cualquier caso, es la humanidad la que está en juego de una forma u otra. Hacer como los tres monos, adaptada a este relato, de no querer ver, no querer oír y no querer hablar o, en su defecto, mirar para otro lado, hacer oídos sordos o prestar oídos a las mentiras y hablar desde la ignorancia, es justamente lo que el sistema necesita. Gente que aplauda y jalee al perro que está utilizando contra ti además. Por eso es difícil comprender que la gente de abajo no seamos capaces de levantar la vista y las rodillas del suelo para mirar al poderoso de tú a tú poniendo, cada cual, de su parte lo que le corresponda para que las cosas cambien a mejor, para no ser un perro rabioso utilizado para cazar a otro igual que tú. El discurso del odio es enfrentar al penúltimo contra el último mientras quienes se sientan en los consejos de administración observan la pelea. Por eso la rabia se acabará cuando acabemos con el sistema que la produce haciendo caer los privilegios de los de arriba, simplemente porque somos más, y no cuando el perro viejo muera. Pero antes comienza por abandonar la ignorancia.


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