GANAR O PERDER EL RELATO
En tiempos como los que vivimos de desinformación y manipulación es de vital importancia poner el foco en el relato y, por tanto, se hace más que necesario poner en marcha toda la maquinaria mediática que contribuya, una vez más, a que el relato de aquello que se está contando parezca creíble aunque no lo sea. La maquinaria mediática, por supuesto, al servicio del poderoso considerando que cada medio tiene una linea editorial que depende del quiénes sean los accionistas de turno si el medio no se autofinancia de forma independiente. O sea la mayoría de medios constituyen un poder porque detrás están corporaciones bancarias, fondos buitres o llamados de inversión, petroleras, eléctricas etc., pero he aquí una cuestión fundamental y es que los medios independientes que solo dependen de los ingresos de sus asociados tienen una libertad que no tienen quienes trabajan para el estatus quo y se tienen que hincar de rodillas o ejercer de mamporreros de sus jerifaltes algo que, por desgracia, suele ocurrir con frecuencia.
Los medios en este país (Españistán) han contribuído notoriamente desde hace muchas décadas a asentar el poder del momento, a alinearse con el oficialismo fuera ensalzando la dictadura de Franco, la modélica transición, la monarquía o gobiernos de Mr. X Felipe González o el muñeco de las Azores llamado José María Aznar buscando armas en Irak que no existían pero, igualmente, han alentado la desinformación adrede para menoscabar la credibilidad de organizaciones políticas inventándose falsas noticias y aunque fueran muy burdas han ido con ellas. También alientan movimientos téctónicos pro golpistas o teorías de la conspiración como las del 11-M y el público consumidor -acrítico con frecuencia- se traga de vez en cuando unos bulos lanzados por determinados medios a los que hay que salirles al paso. Bulos que circulan con velocidad y por distintas vías que se pueden viralizar para conseguir el objetivo del daño pretendido. Medios que, en determinados casos, apenas tienen públicos pero que desde los gobiernos autonómicos dominados por la fachosfera se les inyecta indecentes cantidades de dinero público vía publicidad institucional que, por otra parte, ya tendría que haber estado regulada y prohibirle a un medio difundir un bulo so pena de perder la licencia porque el artículo 20 de la Constitución Española consagra el derecho a la libre expresión y a la información veraz pero no a mentir porque mentir, contrariamente a lo que dicen algunos imbéciles peperos ahora, sí es ilegal, sí puede ser delito. Puede ser un delito de perjurio, de calumnia, de difamación, de usurpación de personalidad etc., pero eso parece que no importa con tal de ganar un relato o desviar el foco de atención en lo importante en ese momento. El matrimonio de conveniencia entre medios de comunicación y determinadas posiciones políticas de la fachosfera se da porque en el medio no hay la más mínima ética profesional, solo intereses. Como diría cualquier capo mafioso, no es nada personal sólo negocios. Es el negocio del relato basándose, obviamente, en un punto de intersección o confluencia llamado la gran mentira desde una determinada posición de clase. Y es que ganar un determinado relato hace que la tendencia del público pueda ser favorable a mis intereses de élite dominante. Ni más ni menos, con lo cual igual va siendo hora que espabiles y procures informarte mejor con alternativas informativas de rigor periodístico. Ahora, bien, el relato dominante puede ser quebrado y así se está demostrando en determinados casos aunque queda mucho por andar. He expresado, desde una posición digamos local, lo que puede ser una cuestión global puesto que el patrón de actuación puede ser el mismo aquí o en cualquier otro lugar. Y de esto va el tema, de la globalización de la mentira pero, también, de la globalización de una respuesta cívica que hace posible tumbar ese relato imperialista dictado desde las instituciones estadounidenses o desde la compra de voluntades por parte del Estado okupa de Israel mediante sus lobbys pro sionistas en Europa por ejemplo.
Actualmente se está cometiendo un genocidio en directo por parte de Israel hacia la población Gazatí que, por cierto, no es toda Palestina. El relato oficial, a través de los medios, mostraba la idea de una guerra, luego se ha venido usando la expresión masacre o matanza en lugar de genocidio. Se ha usado el derecho de Israel a defenderse pero no de los palestinos a la resistencia contra la potencia ocupante que viene practicando la violencia sistemática desde que los sionistas comenzaron a tomar posesión forzosa de las tierras palestinas tras la firma del Acuerdo de Haavara, se les llama terroristas a quienes, según el derecho internacional, tiene derecho a la autodefensa cuando es el Estado Okupa de Israel quien viene practicando la política de terror no solo contra palestinos sino contra los países vecinos Líbano, Siria, Irán, Irak, y da igual el motivo que aduzca. Un Estado que rompe la legitimidad internacional violando todos los acuerdos posibles o resoluciones de la ONU, que surgió de facto como regalo de los nazis, primero, y de la corona británica después, no tiene derecho a existir o a ser reconocido como tal. Por tanto el relato imperialista se fue imponiendo durante décadas y décadas con la inestimable ayuda de los lacayos voceros llamados periodistas, de los medios que alegan la libertad de expresión pero no proporcionando una información veraz, con la de lobbys o grupos de presión, con la complicidad de gobiernos principalmente estadounidense y europeos. Todo ello hasta el día de hoy en el que se prendió la mecha de la solidaridad internacional rompiendo el cerco informativo sesgado por los intereses espurios de quienes tienen ese poder de desinformar. Se ha roto el cerco gracias a ese movimiento tectónico cívico o popular apoyado por medios independientes, escasos pero con altavoz, hasta el punto que este movimiento ha logrado hitos impensables hace dos años. Que determinados medios cambien su discurso, que determinados gobiernos se vean en pelotas con su complicidad y tengan que ir reculando en algunos aspectos quizá más de maquillaje que de realidad, que los organismos deportivos se vean en la tesitura de tener que apartar a Israel de competiciones deportivas porque no se entiende que se hiciera con Rusia y sí con este Estado Okupa. Lo de Rusia y Ucrania es una guerra entre dos ejércitos, deleznable como cualquier guerra. Lo de Gaza es un genocidio heredado del pasado nazi. Sin más.
Este relato era impensable hace dos años, lo mismo que también lo era acabar con el mito de la guerra civil española porque fue en toda regla un golpe de Estado violento apoyado por los gobiernos nazifascistas de Alemania e Italia. La legitimidad democrática era (y es) la República y la monarquía es una herencia del franquismo, una reposición a dedo de una forma de Estado contraria a lo que las urnas determinaron en 1931 y luego con el Frente Popular en 1936. El relato oficial se rompe cuando hay gente que investiga y saca a la luz datos que desmontan mitos, cuando se educa colectivamente a través, en el caso, de asociaciones memorialistas, cuando se dictan leyes que hagan justicia mediante la reparación y el ejercicio de la memoria, porque los pueblos que olvidan tienen la tendencia a cometer los mismos errores. Por eso es bueno no olvidar, es bueno llamar a las cosas por su nombre, es un ejercicio de resistencia individual y colectiva sumarse a iniciativas dignas como poner un boicot económico a Israel que lo asfixie económicamente y lo aísle globalmente porque su sociedad es cómplice con su gobierno de lo que ocurre. Es bueno, es sano, que ese boicot llegue a nivel individual porque lo grande nace de lo pequeño. No acudir a comprar a un determinado establecimiento, o comprar una determinada marca de un producto, que se sabe hace negocio en los territorios palestinos ocupados (Cisjordania y Jerusalén), que colaboran activamente con el ejército con componentes o software, es un ejercicio de resistencia y libertad aunque comprar en otro lugar nos salga algo más caro. Sumarse a una huelga general en apoyo a un pueblo que está siendo exterminado es decir en voz alta que queremos humanidad no barbarie y que estamos en disposición de hacer lo que sea para parar esto. La Flotilla internacional que partió hacia Gaza era sabedora que no iban a alcanzar el objetivo de romper el cerco físico para entregar ayuda humanitaria, pero sí han conseguido algo impensable y es romper el cerco mediático junto a las acciones que hemos ido viendo en medio mundo ya. La conciencia solidaria es algo más que una pose o una mera declaración de principios, sobre todo si lo que está en juego es la dignidad humana. El relato, esta vez, no lo ha ganado el vencedor militar sino el pueblo exterminado. Y para que siga ganando solamente habrá paz, que es otro término del relato, cuando el opresor, el Estado Okupa y tirano deje, primeramente, de ocupar territorios que no son suyos pero mucho mejor cuando dejara de existir como Estado y la realidad política fuera uno solo basado en la coexistencia plurinacional y no en el apartheid, el terror, el belicismo como forma de vida. Hasta entonces podemos hacer muchas cosas que sirvan para seguir rompiendo el pensamiento dominante, el discurso hegemónico. Aprendamos de la historia para no cometer los mismos errores...
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